Estudios Bolivianos (No 3)
Resumen
Muchos son los prejuicios que operan en nuestro imaginario colectivo cuando nos enfrentamos a un libro de teoría o filosofía escrito por autores nacionales. Pese a que en la universidad pública son muy pocos los títulos editados hasta ahora, al ver alguno de estos libros inmediatamente aflora en nosotros la descalificación explícita o implícita: decimos que el autor no ordena sus ideas, que el texto no esclarece nada y no tiene utilidad alguna, que el contenido expresa la ociosidad y que comprar un libro como ése es perder recursos, mientras que leerlo implica utilizar un tiempo valioso que bien podría ser empleado en otra actividad.
En el caso de los estudiantes, prevalece una actitud similar: se da la tendencia al mínimo esfuerzo, a recibir ideas ajenas sin criticarlas y a repetirlas mecánicamente sin emplearlas con creatividad; así, si el docente señala algún texto en las clases, mientras menos fotocopias indique, es mejor. Por otra parte, si el docente refiere su propia producción intelectual, lo que probablemente suceda es que el estudiante considere suficiente escuchar las clases o copiar los apuntes de sus compañeros.