Análisis de la justicia comunitaria en el altiplano boliviano contemporáneo: el caso de Ayo Ayo como estrategia política de impunidad
Fecha
2011Autor
Calderón Zárate, Esther Eunice
Lozada Pereira, Blithz (Tutor)
Metadatos
Mostrar el registro completo del ítemResumen
Como se advierte en varios estudios académicos y culturales, estamos frente a la coexistencia de dos sistemas de valores y dos formas prácticas de vida: la occidental y la indiana. Ambas culturas poseen paradigmas distintos, por lo que son consideradas irreconciliables y son muchas veces abordadas desde visiones inconciliables. Estas visiones reducen la complejidad de la riqueza cultural a una burda competencia entre posiciones teóricas y políticas, donde debe vencer e imponerse una sobre la otra. El interés de este trabajo es superar estos prejuicios y aportar a la construcción del conocimiento, de nuevos paradigmas de vida y de proyectos ético-políticos de acción transformadora.
Este interés también implica, definitivamente, asumir e impregnarse seria y conscientemente de dos actitudes: primero, ir más allá de la visión occidental moderna, mono-cultural y reduccionista, abriendo la mirada hacia el diálogo y la construcción en función de los desafíos que impone la diversidad cultural en constante movimiento. Y segundo, no caer en la común apología de lo indígena y lo andino, actitud de la que derivan el resentimiento y aquellas ideas que plantean las reivindicaciones y la venganza indígena como una acción de justicia. Emprender honestamente estas dos actitudes es la aspiración del presente trabajo.
Las tendencias teóricas actuales en pro de la descolonización y la reconstrucción de los paradigmas propios de la cultura andina conllevan varios problemas. Existe una idealización extrema de los valores andinos, considerándolos per se perfectos e infalibles. Es así que hay teóricos y políticos que plantean que estos valores son de carácter universal y por lo tanto deben ser reconocidos y practicados por la axiología occidental. Sin embargo, existen divergencias. Muchas otras ideas plasmadas en la teoría señalan que estos valores responden a realidades particulares, completamente distintas de otras, y por lo tanto, no pueden ni deben ser considerados universales.
Como contraparte también pueden encontrarse otro tipo de visiones sesgadas, como las que expresan una profunda subestimación de lo indígena –considerándolo atrasado, salvaje, bárbaro, irracional e inculto- y consiguientemente, exaltan los valores y postulados occidentales como si estos fuesen símbolo de progreso, civilización, racionalidad, ciencia e inteligencia. Estas perspectivas sólo consideran universales a aquellos valores enseñados por el occidente y todo aquello que provenga de distintos lugares o que sea diferente es calificado como ‘irracional’ e ‘incorrecto’. Definitivamente, este pensamiento –cuyos vestigios puede observarse aún en algunos epígonos de la academia- ya se ha superado y ha sido puesto en cuestión por las constantes contradicciones prácticas que ha traído: la decadencia de los valores, el racismo, la racionalidad vacía y desesperanzada y la desilusión de la ciencia.
Comprender que ninguna de las dos creencias (el reduccionismo occidental y la apología del noble salvaje) es correcta y evidenciarlo mediante las demostraciones que brinda la práctica es fundamental, pues esto interpela a la propia naturaleza humana, sea esta occidental o sea andina. Es así que el problema radica más en la esencia dual del ser humano -humana y bestial- que en los paradigmas, los cuales al haber sido humanamente creados, no son perfectos. Así, también es necesario entender que pueden existir marcos teóricos y categoriales perfectos, pero que aplicados a la práctica generan confusión y grandes distorsiones; por lo cual es preciso tener lucidez y no solapar los problemas prácticos bajo teorías románticas. Tampoco se trata de caer en un pragmatismo vacío, pues como sabemos, no hay nada más práctico que una buena teoría. Hace falta crear una buena (nueva) teoría, completamente aplicable.