Rentas asistenciales en Bolivia y pobreza
Abstract
La seguridad social en muchos países latinoamericanos ha sido reformada introduciendo cuentas individuales en su administración desde comienzos de los años 80 del siglo pasado. Estos sistemas han logrado que el propio individuo sea quien amase su propio capital para pagarse su pensión. Sin embargo, dos grandes problemas confrontan estos sistemas en la actualidad para alcanzar la universalización en la prestación de un ingreso a los ancianos en todas las sociedades latinoamericanas. Primero, el alto grado de informalidad en el que se encuentra gran parte de la fuerza laboral y que, por lo tanto, si tan sólo se recurre a un sistema contributivo, estos amplios sectores quedan al margen de sistemas que les otorguen un ingreso cuando físicamente no puedan generarlos y se vean en la penosa obligación de trabajar hasta sus últimos días de vida o morir en el abandono .
Segundo, el sector formal no es un gran creador de empleos en Bolivia y mantiene el número de empleados relativamente constante con relación a la PEA. Las personas en este sector cuentan con un empleo más o menos permanente que les permite una densidad de cotizaciones (número de años aportados respecto a los años de vida activa o años de trabajo) para alcanzar una pensión como para sustentar un nivel de consumo que es suavemente inferior al que percibió en su vida activa antes del retiro. La falta de dinamismo del sector formal no amplía las oportunidades a la población creciente y los sistemas de pensión responden casi exclusivamente a este sector. Por lo tanto, estos sistemas no tienden a la universalidad y dejan al margen de la obtención de un ingreso jubilatorio a millones de trabajadores.