dc.description.abstract | La salud del ciudadano y por consiguiente de la población de un país, es el capital más importante del que se dispone para la implementación y desarrollo de los diferentes planes de progreso que se diseñan. Si la población tiene una buena salud, será posible esperar que su educación y su labor en la economía, sean mejores. Por lo tanto: el cuidado y la mejora de la salud, debe ser la primera preocupación de los gobernantes, quienes en época de proselitismo prometen cuidar de la salud de sus pueblos, educarlos, pero no ideologizarlos con teorías que prometen volver a vivir dentro de una cultura ancestral como fue una cultura pasada que hasta hoy no la entendemos cabalmente. Una pandemia que se origina en China a partir de un virus, desde un foco impreciso de la infección, pone en jaque a todo el sistema de salud mundial, incluidas las organizaciones paraestatales como la OMS. Nuestro entorno latinoamericano y sus gobiernos no dejan, pese a la pandemia, de mantener la informalidad al respecto produciéndose muchos decesos, como en Bolivia donde prevalecen los caudillismos, prebendalismo y clientelismo antes que las necesidades más importantes de la población, pese a denominarse democráticos. Además, que el efecto de la pandemia no solo afecto la salud de la población, sino también perjudicó la educación y la economía de los ciudadanos. Esta experiencia que apenas está
pasando por la covid-19 y se espera se convierta en una endemia o infección periódica amortiguada, sirva de alerta para gobiernos y gobernados, prever las circunstancias futuras y promover primero programas de salud pública, educación y mejoras en la economía de la población antes que promover ideologías e intereses de poder. | es_ES |