Objeto del deseo
Resumen
Desde tiempos inmemorables las obras de arte han sido objetos que, al referirse a algo que no estaba en ellos, trascendían su objetualidad, es decir, se trascendían a sí mismos.
La referencialidad en el arte es una condición ineludible. Aún en el caso de un cuadro no figurativo, la obra se refiere a algo que no es ella misma: las emociones de un Pollock, la lógica racional de un Mondrian, las pasiones de un Van Gogh...
Objetos-trampolín, objetos-catapulta, objetos-dardo.
En la cuevas de Altamira, la obra de arte me transporta hacia el animal deseado, en la oscuridad de la edad media, la obra me t ransporta (más lejos ímposible) a los dominios de Dios, o peor aún, a los del "Otro"... La caja de detergente que un Andy Warhol coloca en el museo o galería no se refiere a sí misma: Nos habla del consumo, del american way of life, de la cultura de masas, de la superficialidad, del dinero... Sin embargo, los objetos en sí, precisamente debido a su carácter catapultero trampolinesco dardoso, se constituyen en objetos de deseo.