Las relaciones actanciales en los enunciados del idioma aymara
Fecha
2003Autor
Ajacopa Pairumani, Sotero
Gómez Bacarreza, Donato (tutor)
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Mostrar el registro completo del ítemResumen
Bolivia, como muchos países del mundo, está constituida por un impresionante marco de diversidad sociocultural. Actualmente se tiene conocimiento de la existencia de 30 grupos étnicos, que mantienen significativamente formas culturales particulares a pesar de la histórica imposibilidad de poder expresarlas libremente, hecho que ha incidido negativamente en el desarrollo de sus identidades .
El contexto sociocultural y político del país, es multiétnico y pluricultural, se va insertando en la realidad estructural del país y, poco a poco debe ser asumido como un instrumento de apertura para la expresión de lo propio, mostrando nuestra identidad de forma auténtica, la cual está presente en la diversidad, en el marco de la interacción, por medio de los elementos y valores culturales. Esta realidad está apoyada por la Constitución Política del Estado (CPE), en su artículo 171, que a la letra dice: “se reconocen, respetan y protegen en el marco de la ley, los derechos sociales, económicos y culturales de los pueblos indígenas que habitan en el territorio nacional, especialmente los relativos a sus Tierras Comunitarias de Origen, garantizando el uso y aprovechamiento sostenible de los recursos naturales, su identidad, valores, lenguas, costumbres e instituciones” .
Sabemos también que en la sociedad boliviana, a partir de la formulación de la Reforma Educativa, se iniciaron tibios programas de educación bilingüe que contemplan la realidad de las lenguas indígenas, sobre todo, a medida que se toma conocimiento de una creciente conciencia mundial sobre la realidad del multiculturalismo, de los derechos de los pueblos a la conservación y al desarrollo de su propia cultura, lengua y tradiciones.
Catalina Buliubasich, y Héctor Rodríguez, (1999) , argumentan que:
“una sociedad que se pretende democráticamente no puede desconocer ni avasallar la diversidad cultural”. Así la relación entre lengua, cultura, pensamiento y realidad, han puesto en evidencia la estrecha relación de este complejo cultural, por el cual la persona percibe la realidad mediada por el prisma de la cultura, plasmándose en la lengua las categorías que dan forma a la realidad percibida. Esta percepción se presenta como una construcción social, por ende comunicacional, y culturizable. Una educación igualitaria, como valor democrático, sólo puede ser compensatoria. Por lo tanto, elementales razones de coherencia nos inhiben de pretender alcanzar el conocimiento de una cultura mediante una lengua que no la contiene, del mismo modo que es absurdo pretender enseñar una lengua para expresar contenidos culturales que ésta no contiene. Es decir, que al no tener en cuenta el contexto cultural del niño indígena, el de su cultura materna, en la práctica concreta de la enseñanza y más allá de lo lingüístico, no se toma el peso de las particularidades autóctonas del proceso de socialización del cual proviene. Todo esto se traduce en una ausencia de claridad metodológica y de coordinación de estas actividades, aspecto que permite suponer, además, un desconocimiento especializado de la temática .
En ese entendido, la cultura aymara no sólo tiene su presencia en el país, si no también en otras regiones de otros países vecinos. Actualmente, hay alrededor de 1.700.000 aymaras habitantes en tres Repúblicas Suramericanas, como es: Bolivia, Perú y Chile . El aymara junto a su lengua pervive en toda su dimensión geográfica, de manera sólida hasta en la actualidad través de una lengua escrita y oral, narrando la historia, simbología, maneras de hablar con modismos, jergas, y otras de su esencia cultural, cuya oralidad debe ser escrita.
Como es de conocimiento general, el lenguaje es el instrumento substancial para la comunicación dentro de la sociedad; así, todas las agrupaciones humanas de la tierra disponen de un sistema de signos–idioma– para la expresión del pensamiento o del sentimiento, y, en cada una de ellas, cada ser humano se ve requerido a usar este sistema, para ser comprendido por los demás.
La humanidad posee un conocimiento práctico de su lengua porque conoce directamente el idioma al oírla y al usarla a lo largo de su vida. Así va aumentando, con diverso ritmo, el caudal lingüístico de cada persona; este conocimiento práctico es de mayor o menor proporción según el ambiente social y cultural del individuo .
Para la profundización y justificación incluye a la gramática para el estudio de los sonidos a través de la fonología y la fonética, la formación de unidades del lenguaje y las clases de palabras, desde el punto de vista morfológico y semántico, así como la función sintáctica de éstas, y el conjunto de reglas y normas para escribir correctamente la lengua aymara u otra lengua determinada. Por ello, la gramática positivizó y, al mismo tiempo, se relativizó, es decir, esta ciencia buscó en sí misma las leyes que formaban parte de la realidad de la lengua (en este caso, el castellano) y se despejó del lastre de viejas nociones ya superadas por la realidad actual. Asimismo, el conocimiento de la gramática expresa el grado de culturización de un individuo o de un pueblo. Por ejemplo; los antiguos griegos concedían en una excepcional importancia el hablar bien y el bien escribir, para ello fundaron disciplinas como la oratoria y la retórica. De esta manera a los ciudadanos se les valoraba más por el caudal de sus conocimientos que por su poder o su fortuna. Y tales conocimientos se traducían en el correcto uso del lenguaje y de la escritura, tal como Noam Chomsky ha señalado en su obra .
Tales consideraciones sobre el estudio del lenguaje nos llevan a señalar que la gramática general es el conjunto de normas para un uso correcto de las palabras en su forma oral y escrita. Este conocimiento es indispensable para poder analizar las relaciones actanciales en una estructura sintáctica en oraciones del idioma aymara.
El idioma aymara, como fenómeno social y psíquico, está sometido a determinadas leyes y estructuras semánticas del idioma, para convertir en un verdadero medio o instrumento de expresión y conocimiento del lenguaje. Para ello, hacemos constar que, en el presente trabajo de investigación, perseguimos describir las relaciones actanciales en las estructuras oracionales del aymara para el tratamiento formal de la sintaxis aymara, tomando en cuenta las características propias del idioma, conforme a la riqueza morfológica y sintáctica, que tiene el discurso aymara; así mismo, este estudio se centrará y se limitará al análisis actancial según la naturaleza del verbo.
En este estudio, la oración será nuestro punto de partida y referencia para nuestro análisis actancial; porque un análisis textual de una lengua como ésta, es demasiado asistemático de acuerdo a las consideraciones del actual estado de disciplinas, como la lingüística, la semántica, la pragmática y la semiótica. Entonces, un estudio de este nivel será un aporte importante y significativo; porque estamos conscientes de que hay una gran limitación en este tipo de estudios de la lengua aymara.