dc.description.abstract | Alejado del ruido de los hombres, envuelto por los sonidos de la
naturaleza no antropizada, sueño despierto con un mundo que fue, y
que ya no es ni volverá a ser.
Liberados mi mente y mi espíritu de las limitaciones del cuerpo
y de la razón vuelo a través de un mundo maravilloso y ancestral, con
imágenes que me son familiares y extrañas a la vez: veo una Tierra llena
de bosques, miles, millones de kilómetros cuadrados de una cúpula
vegetal que se extiende en cada continente casi desde la orilla del
mar hasta las más altas montañas. ¡Una masa boscosa colosal! Como
consecuencia de ella el aire es limpio y de una pureza indescriptible.
En mi recorrido el cielo está inundado de bandadas de aves de todo
tipo y colorido: sobre los cielos de Norteamérica miles de millones de
palomas migratorias (hoy extintas) sobrevuelan los bosques de pinos,
robles, abetos, arces y encinas. Acá en Venezuela, el firmamento de
los cielos llaneros se puebla con decenas de miles de garzas, loros,
corocoras y cientos de especies que colorean la luz solar con tonos
caleidoscópicos. | en_US |