"La despenalización del uso del cannabis sativa en Bolivia como garantía del derecho a la salud y la calidad de vida de los pacientes diagnosticados con enfermedad terminal"

Abstract

La cannabis sativa, es una especie herbácea de la familia “Cannabaceae” de la cual forma parte la marihuana, la misma que tiene propiedades psicoactivas e hipnóticas producidas por la presencia en su composición de tetrahidrocannabinol (THC), compuesto que provoca el efecto psicoactivo, originalmente proviene de Asia central y su procedencia data de 6000 años atrás, por lo que se tiene referencias históricas de existencia de esta planta conocida con el nombre de Cáñamo que era usada, en algún caso, por sus cualidades textiles en Egipto 2700 años a.C., la fortaleza de su fibra permitía la fabricación de textiles (cuerdas, vestidos, cuerdas e incluso un tipo de papel) (Merino, 2010, pág. 275). Ahora, en el contexto alucinógeno de la marihuana, se tiene referencia que el cáñamo índico (variedad de cannabis sativa) era ya conocido por los asirios del Imperio Mesopotámico, siglo XV a.C., quienes lo empleaban como incienso en las ceremonias religiosas. El libro santo de los persas (hoy suroeste de Irán) denominado “Avesta”, describe los efectos del incienso obtenido con el cáñamo índico (Molina, 2008, pág. 98). Es así que, fue clasificada por primera vez por el botánico Carlos Linneo en 1735 en base a sus características morfológicas y dureza de sus fibras, sin considera en ese momento sus propiedades químicas o psicotrópicas que, una vez comprobadas científicamente, originó la prohibición de su siembra y consumo en muchos países. Ahora el uso psicotrópico del cannabis sativa en la medicina y la psiquiatría no es actual, sino que data de tiempo atrás y ha tenido en muchos espacios una condición de clandestinidad por lo que ha generado controversia en razón de los efectos alucinógenos que puede producir. La controversia se origina debido a que el uso indiscriminado y sin razón médica comprobada, según especialistas, induce al consumo de drogas más fuertes y consecuentemente más adictivas (Molina, 2008, pág. 100), por ello se prohíbe su consumo.