En los últimos años en lo que es dentro del seno familiar se ha visto transformaciones; situaciones de perdida de contacto, que se viven de manera más directa y temprana afectando a todos sus integrantes. Las modernas estructuras familiares propician estas situaciones de perdida de contacto, pero hoy en día puede haberse incrementado, de modo que no es excepcional observar que en muchos casos las relaciones entre los familiares más próximos sean totalmente inexistentes o nulas, o sean tensas e incluso malas y provoquen sufrimiento a una o a ambas partes. El estado otorga el cumplimiento de quien debe ejercer como prioridad la asistencia familiar conforme a sus posibilidades y es exigible judicialmente cuando no se la presta de manera voluntaria. Pero también es un derecho de quien la da, de que se manifieste ante el órgano judicial y haga efectiva su demanda a petición de parte y exigir la cesación de esas obligaciones a hijos que hayan alcanzado la mayoría de edad, como una causal la falta de una relación afectiva, por conductas en un principio solamente constreñidas al ámbito de la conciencia y la ética de cada persona, a través de una interpretación flexible de nuestro ordenamiento jurídico adaptada a la realidad social actual del momento en que las normas han de ser aplicadas. La norma constitucional señala que los Jueces se rigen por el principio de celeridad, que se traduce en el impulso procesal y puede dictar en cualquier tiempo de oficio o a petición de parte las resoluciones modificatorias que requiera del interés del demandante o demandado, por lo que puede cesar la asistencia familiar por falta de vínculos afectivos continuada y consolidada en el tiempo, tras la negativa de los mismos de relacionarse con sus progenitores, por decisión libre, querida y voluntaria.