La provisión de servicios básicos en los asentamientos ilegales urbano populares : Estudio de caso de los asentamientos ilegales aledaños a la junta vecinal de los Rosales de Achumani, del Municipio Nuestra Señora de La Paz
Fecha
2011Autor
Avila Gómez, Luís Roberto
Palacios Dávalos, Dino (Tutor)
Metadatos
Mostrar el registro completo del ítemResumen
Los servicios básicos son esenciales para el desarrollo humano. En un contexto citadino, de proceso de urbanización continuo, éstos pueden ser la diferencia entre la vida y la muerte; fenómeno evidente en los asentamientos humanos en áreas que no son aptas para soportar el peso del desborde campo-ciudad, desborde de la pobreza generalizada del país.
La pobreza -exacerbada por la vigencia del mercado autoregulado por “la mano invisible de Dios” de Adam Smith; protegido por un Estado neoliberal, aburguesado y omnipotente; realidad de la esfera económica de una sociedad heterogénea-, tiende elevarse manteniendo altos índices de incidencia en los sectores populares asentados en la periferia de las urbes. Periferia lusoria ya que, los habitantes de ésta pasan a ser relevantes para el sistema cuando al interrelacionarse se integran en la vida urbana a medida que crece la ciudad: el personaje popular imbricado en el mercado; es el marginal de la post modernidad; un “ejército laboral de reserva”, imposible de subsumir por el débil capital periférico, y que, al mismo tiempo, según Enrique Dussel, es subsumido como trabajo vivo con salarios de subsistencia mínima, de pobre.
Pobreza inherente al proceso de desarrollo urbano desde los devenires tempranos de la Era moderna. Norberto Bobbio entendió que, “No es casual que tanto el revolucionario Marx como el conservador Disraeli vean la crisis de civilización actuante en el 1800 como el encuentro frontal entre dos ciudades recíprocamente repulsivas: la de los haves y la de los have-nots. Los cerros y laderas que flanquean nuestra ciudad -que son cada vez más propensos a los deslizamientos masivos con la consecuente secuela de destrucción-, están habitados por los que “no tienen”: los have-nots de nuestros días, que al poblarlos desafían la muerte, particularmente cada Época de lluvias.
La migración desde los espacios empobrecidos del país hacía el centro de intercambio por excelencia: el mercado en la ciudad, se ha acelerado en las últimas décadas. Esta atracción afrodisiaca hacia el desarrollo -entendiendo que, por otro lado, la concepción de “vías de desarrollo” bajo la cual se intenta hegemonizar el proceso globalizador desde la esfera de lo económico; desde un denominado nuevo orden mundial secular, es un eufemismo-, exacerbada por la tendencia globalizadora del neoliberalismo de finales del Siglo XX, ha causado una avalancha humana desde “el campo” que podría hacer colapsar -y en gran medida lo ha hecho- a Nuestra urbs Señora de La Paz. Además, se deben tomar en cuenta las secuelas y repercusiones del encuentro civilizatorio entre dos mundos antagónicos: las economías primitivas y las sociedades civilizadas occidentales vinculadas a la idea de Estado-nación –las naciones históricas versus las naciones no-históricas según Max Webber-, en un país con muchas contradicciones, inequidades y desigualdades socio-económicas.