Evaluación correcta del hormigón mediante ensayos esclerométricos

Abstract

La obtención de un hormigón que atienda los requisitos de durabilidad requiere una serie de cuidados, que se cubren en la fase de producción como: escoger adecuadamente los materiales, el correcto elección de los diferentes tipos de hormigones a utilizar que garanticen la resistencia y durabilidad deseada, pasando por el control tecnológico: dosificación, homogenización de la mezcle, su correcta aplicación y compactación, hasta un curado adecuado. En las operaciones de control tecnológico en obra, los cuerpos de prueba moldeados para obtener información sobre la resistencia potencial del hormigón, no necesariamente ofrecen información directa sobre la resistencia real del hormigón en la estructura, siendo necesario aplicar los coeficientes de la norma para obtener la resistencia efectiva correspondiente. Estos factores crean la necesidad de inspecciones y verificaciones de las condiciones reales del hormigón en la estructura, lo cual se efectiviza con ensayos en sitio no destructivos y semi-destructivos. El principal objeto de estos ensayos es estimar un valor inmediato de la resistencia efectiva del hormigón, disminuyendo las dudas en el control y la aceptación, tales como el de la homogeneidad, deterioro y también la capacidad estructural. Todo esto, se basa en principios físicos y no alteran significativamente las características físicas, químicas, mecánicas o dimensionales del material, no interfiriendo en su uso posterior. Durante los últimos 70 años, varias investigaciones han sido desarrolladas sobre diferentes métodos de ensayos en sitio para evaluar las condiciones reales del concreto. Como resultado, se desarrollaron con distintos grados de aceptación métodos rápidos, económicos y versátiles, como: velocidad de pulso ultrasonido (Leslie; Chesman; Jones, 1945), el martillo esclerométrico (Schmidt, 1948), penetración de clavija (Windsor, 1964), técnicas de pull-off (Universidad de Queen’s, 1970), break-off (Johansen, 1976), método de la madurez (Saul, 1951), técnicas de termografía infrarroja, entre otros. Esos métodos permiten conocer, en el mayor grado posible de aproximación, propiedades físicas o mecánicas del hormigón por medio de las cuales se puede estimar la resistencia a compresión.