Estudios Bolivianos (No 14)
Resumen
Este ejemplar consta de nueve ensayos dedicados a la comprensión del lenguaje ya la forma en que éste incide en diferentes manifestaciones culturales, en el entendido de que es el lenguaje una de las expresiones humanas que mejor simboliza un entorno y una realidad sociales diferenciados y con especificidades propias. Se trata, en otras palabras, de una serie de análisis a profundidad de la relación entre el lenguaje y el ser social. Estos ensayos sobre el lenguaje como núcleo cultural incluyen abordamientos toponímicos y epistemológicos, como el de Roberto Choque Canqui, quien propone la necesidad de que las nominaciones de lugares y pueblos no se limiten a su denominación simple sino también a indagar sobre las relaciones significativas entre esa nominación y el entorno cultural que la determina. Por su parte, el ensayo de Zacarías Alavi Mamani, coordinador de este número de Estudios Bolivianos, desvía su atención hacia las relaciones entre la vida sociocultural-ambiental de los habitantes de las cuencas del lago Poopó y el río Desaguadero y el lenguaje, y la forma en que este último es determinado por ese entorno. De singular importancia resulta el abordamiento que hace Gregorio Callisaya que, refiriéndose a la elaboración de Diccionarios de Aymara, se pregunta cuántos de estos han sido concebidos con criterios lexicográficos, entendiendo que, de no ser así, aquéllos dejan de considerarse herramientas fundamentales de carácter didáctico. Asimismo, cabe destacar el trabajo de Filomena Miranda Casas, quien analiza las expresiones pragmáticas de cortesía verbal en la lengua aymara, es decir, de aquellos actos de habla que expresan afectividad, familiaridad, y que, además, connotan aspectos negativos o positivos en las relaciones humanas. A su turno, Porfidio Tintaya Condori aborda el polémico y conflictivo tema de la identidad cultural, bajo la premisa de que el lenguaje determina al ser humano como tal en la medida en que éste es subjetividad pero también, y al mismo tiempo, intersubjetividad, pues vive inevitablemente en un mundo lingüístico. Como no podía ser de otra manera, la literatura, como expresión cultural, también es objeto de análisis. Los trabajos de Ignacio Apaza Apaza y Lucy Jemio Gonzáles están referidos a la poesía cantada, en el caso del primero, y a la caracterización de la tradición oral, en el caso de la segunda. Ambos ensayos se orientan a destacar la forma en que el lenguaje, además de vehículo de comunicación y transmisión, es también el medio fundamental a través del cual es posible la creatividad, la imaginación lúdica, la ficción y el humor. Arturo Orías Medina, el destacado filósofo boliviano, incide en la capacidad dialogal que, desde el punto de la vista de la educación, debe tener la palabra dicha a partir de su capacidad transformadora del mundo y entendiendo su uso como un derecho y no como un privilegio. Para este autor, esta palabra transformadora, al eludir la instrucción memorística, debe dar paso al uso pleno del lenguaje para acceder al saber auténtico. La palabra como praxis, como diálogo mismo: la palabra como acción y reflexión es el sustento del ensayo de Weimar Giovanni Iño Daza al plantear que un proceso educativo que no considere al lenguaje como acción reflexiva estará al margen de su contexto sociocultural y sociolingüístico, y, en tal medida, el proceso educativo mismo no podrá cumplirse adecuadamente.
Finalmente, el trabajo de Nicanor G. Huanca Camargo indaga por la naturaleza misma del lenguaje, en este caso del aymara. El autor destaca la importancia de la lengua en el desarrollo del educando como ser social, toda vez que es a través de ella le son transmitidos modelos, actitudes y comportamientos sociales.